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Coplas a la muerte de su padre-Jorge Manrrique



COPLAS

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte,
contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el plazer,
cómo después, de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parescer,
cualquiera tiempo passado
fue mejor.


Y pues vemos lo presente
cómo en un punto s'es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por passado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que espera,
más que duró lo que vio,
porque todo ha de passar
por tal manera.

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros, medianos
y más chicos,
allegados son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.

Dexo las invocaciones
de los famosos poetas
y oradores;
no curo de sus ficciones,
que traen yerbas secretas
sus sabores.
A Aquél solo me encomiendo,
Aquél solo invoco yo,
de verdad,
que en este mundo viviendo
el mundo no conosció
su deidad.

Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nascemos,
andamos mientra vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenescemos;
assí que, cuando morimos,
descansamos.

Este mundo bueno fue
si bien usáremos dél
como debemos,
porque, según nuestra fe,
es para ganar aquél
que atendemos.
Y aun el hijo de Dios,
para sobirnos al cielo,
descendió
a nascer acá entre nos
y vivir en este suelo
do murió.

Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que, en este mundo traidor,
aun primero que muramos,
las perdemos:
dellas deshaze la edad,
dellas casos desastrados
que acaescen,
dellas, por su calidad,
en los más altos estados
desfallescen.

Dezidme, la hermosura,
la gentil frescura y tez
de la cara,
la color y la blancura
cuando viene la vejez,
¿cuál se para?
Las mañas y ligereza
y la fuerça corporal
de juventud,
todo se torna graveza
cuando llega al arrabal
de senectud.

Pues la sangre de los godos,
el linaje y la nobleza
tan crescida,
¡por cuántas vías y modos
se sume su gran alteza
en esta vida!:
Unos, por poco valer,
por cuan baxos y abatidos
que los tienen;
otros que, por no tener,
con oficios no debidos
se mantienen.

Los estados y riqueza
que nos dexan a deshora
¿quién lo duda?
No les pidamos firmeza,
pues que son de una señora
que se muda;
que bienes son de Fortuna
que revuelve con su rueda
presurosa,
la cual no puede ser una,
ni estar estable ni queda
en una cosa.

Pero digo que acompañen
y lleguen hasta la huesa
con su dueño:
por esso no nos engañen,
pues se va la vida apriessa
como sueño.
Y los deleites de acá
son, en que nos deleitamos,
temporales,
y los tormentos de allá,
que por ellos esperamos,
eternales.

Los plazeres y dulçores
desta vida trabajada
que tenemos,
¿qué son sino corredores
y la muerte, la celada
en que caemos?
No mirando a nuestro daño,
corremos a rienda suelta
sin parar;
desque vemos el engaño
y queremos dar la vuelta,
no hay lugar.

Si fuesse en nuestro poder
tornar la cara fermosa
corporal,
como podemos hazer
el ánima gloriosa
angelical,
¡qué diligencia tan viva
toviéramos toda hora,
y tan presta,
en componer la cativa,
dexándonos la señora
descompuesta!

Essos reyes poderosos
que vemos por escrituras
ya passadas,
con casos tristes, llorosos,
fueron sus buenas venturas
trastornadas.
Assí que no hay cosa fuerte,
que a papas y emperadores
y perlados,
assí los trata la muerte
como a los pobres pastores
de ganados.

Dexemos a los troyanos,
que sus males no los vimos
ni sus glorias;
dexemos a los romanos,
aunque oímos y leimos
sus historias.
No curemos de saber
lo de aquel siglo passado
qué fue d'ello;
vengamos a lo de ayer,
que también es olvidado
como aquello.

¿Qué se hizo el rey don Juan?
¿Los Infantes de Aragón,
qué se hizieron?
¿Qué fue de tanto galán?
¿Qué fue de tanta invención
como truxieron?
Las justas y los torneos,
paramentos, bordaduras
y cimeras,
¿fueron sino devaneos?,
¿que fueron sino verduras
de las eras?

A la vida retirada



ODA A LA VIDA RETIRADA

¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruïdo,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;
Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en jaspe sustentado!

No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.

¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado;
si, en busca deste viento,
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?

¡Oh monte, oh fuente, oh río,!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.

Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.

Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.

Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.

Del monte en la ladera,
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto.

Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.

Y luego, sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo
y con diversas flores va esparciendo.

El aire del huerto orea
y ofrece mil olores al sentido;
los árboles menea
con un manso ruïdo
que del oro y del cetro pone olvido.

Téngase su tesoro
los que de un falso leño se confían;
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.

La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.

A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla,
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.

Y mientras miserable-
mente se están los otros abrazando
con sed insacïable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.

A la sombra tendido,
de hiedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.


Rimas de Gustavo Adolfo Becker



RIMAS

Aún turbando en la noche el firme empeño




vive en la idea la visión tenaz...




¡Cuándo podré dormir con ese sueño




en que acaba el soñar!




.




.




Yo me he asomado a las profundas simas




de la tierra y del cielo,




y les he visto el fin o con los ojos




o con el pensamiento.




.




Mas, ¡ay!, de un corazón llegué al abismo




y me incliné un momento,




y mi alma y mis ojos se turbaron.




¡Tan hondo era y tan negro!




.




En la clave del arco ruinoso




cuyas piedras el tiempo enrojeció,




obra de un cincel rudo campeaba




el gótico blasón.




.




Penacho de su yelmo de granito,




la yedra que colgaba en derredor




daba sombra al escudo en que una mano




tenía un corazón.




.




A contemplarle en la desierta plaza




nos paramos los dos.




Y, ése, me dijo, es el cabal emblema




de mi constante amor.




.




¡Ay!, y es verdad lo que me dijo entonces:




Verdad que el corazón




lo llevará en la mano..., en cualquier parte....




pero en el pecho no.




.




¡Los suspiros son aire y van al aire!




¡Las lágrimas son agua y van al mar!




Dime, mujer: cuando el amor se olvida,




¿sabes tú a dónde va?


el conde de montecristo

EL CONDE DE MONTECRISTO

Resumen de la trama

La novela empieza con Edmond Dantès volviendo a Marsella, donde se encuentra con su familia y sus amigos. Dantés, a punto de recibir una promoción de capitán, y también a punto de casarse con una bella catalana, Mercedes.

Se revela que el anterior capitán, Leclère, que era un acérrimo defensor del ahora exiliado Emperador Napoleón I, encomendó a Dantès en su lecho de muerte que entregara un paquete al gran mariscal Maréchal Bertrand, que se encontraba exiliado en la isla de Elba. Durante su visita, habló con el propio Napoleón, que le pidió que entregara una carta confidencial a un hombre en París.

Sin embargo, el inocente Dantès no se da cuenta de cómo su fortuna afecta a los que él considera sus amigos. Danglars, el jefe de cargamento que envidia la promoción de Edmond, y Fernand, que ama a Mercédès, pretenden acusar a Edmond como agente bonapartista; entonces es enviado al procurador y magistrado Villefort. Aunque Villefort se convence enseguida de la inocencia de Edmond y está a punto de dejarlo en libertad, descubre que el destinatario no es otro que su propio padre, Noirtier, un importante bonapartista. Sin embargo, el hijo ha denunciado a su padre para mejorar sus relaciones con el actual régimen realista, y un resurgimiento de las especulaciones sobre su verdadera lealtad podría dañar irrevocablemente su carrera y evitar su inminente boda con una conocida familia aristócrata. Para enterrar este secreto, Villefort envía a Edmond a pudrirse indefinidamente en el infame Castillo de If.


Escape hacia la riqueza [editar]Durante el encarcelamiento, Dantès comienza a desesperarse. Empieza rezando a Dios por su liberación, pero sigue sufriendo año tras año, y al tiempo intenta suicidarse dejando de comer. Cuando esta a punto de morir, recupera la voluntad para vivir al escuchar el sonido que producía otro prisionero al cavar para conseguir escapar. Poco después se encuentra con el otro prisionero, el abate Faria, con quien forma una muy buena amistad, llegándolo a considerar como su padre. Faria se convierte en su instructor en varios temas, desde la historia a las matemáticas, el lenguaje y la filosofía. Como resultado de sus conversaciones con Faria, Dantès empieza a juntar las piezas de la historia que lo condenó a su penuria actual. Él y Faria trabajan durante largas horas en un túnel para escapar, pero el viejo y enfermizo Faria no sobrevive para verlo terminado. Viéndose moribundo, Faria le confía a Dantès el escondite de un gran tesoro en la isla de Montecristo que ascendía a lo que hoy serían aproximadamente 1400 millones de dolares, él, sorprendido, al principio desconfía del abate por ser ese el tema que lo condeno al mote de "loco" por los guardias. Dantès se escapa para ocupar el lugar del cuerpo de Faria, aunque está a punto de morir cuando los carceleros, en lugar de enterrar el cuerpo como él suponía, lo atan una pesada bala y lo lanzan al mar por un barranco cercano.

Tras su escapada, Dantès, después de pasar tres meses entre contrabandistas, recupera el tesoro y se hace llamar como el conde de Montecristo. Su larga estancia en prisión le ha cambiado físicamente, tanto que sus antiguos socios no le reconocen; mentalmente, dándole un conocimiento mucho más profundo y amplio; y socialmente, gracias al acceso a su gran riqueza. Sin embargo, quizás el mayor cambio es psicológico; de un joven idealista se ha convertido en un hombre sombrío e intenso, casi obsesionado con sus planes de hacer pagar a los que destruyeron su vida por envidia.


Recompensas [editar]Dantès regresa a la ciudad de Marsella para retomar contacto con sus seres queridos, pero sólo halla desesperación. Tomando distintas personalidades, desde un abate italiano a un banquero inglés, Edmond Dantès puede confirmar sus sospechas a través de Caderousse, al que visita disfrazado, fingiendo cumplir el último deseo de Edmond. De su antiguo vecino descubre que todos los que le traicionaron han triunfado en la vida; Fernand se ha convertido en un conde y par de Francia, Danglars en un barón y en el banquero más rico de París, y Villefort en la personificación de la justicia parisina como Procureur du Roi (procurador del rey, es decir el fiscal del reino). Es más, Fernand se ha casado con Mercédès y tienen un hijo, Albert.

Mientras tanto, los amigos de Edmond han sufrido en manos del destino. Al principio de la novela, M. Morrel es el rico y amigable propietario de un negocio naval en alza. Pero durante el encarcelamiento de Edmond, Morrel sufrió una trágica serie de desventuras, y en el momento en el que Edmond regresa a Marsella no tienen nada más que a sus dos hijos, Julie y Maximilian, y unos cuantos criados leales. La compañía está al borde de la bancarrota, y Morrel piensa en suicidarse. Al descubrir esto, Dantès restituye anónimamente la fortuna de Morrel justo a tiempo, bajo el seudónimo de "Simbad el marino"...


Venganza [editar]Diez años después de su viaje a Marsella, Dantès empieza su búsqueda de venganza disfrazándose con el nombre de conde de Montecristo, habiendo dedicado la década anterior preparándose física y mentalmente para las tareas que tenía planeadas. Resurge en Roma, donde se da a conocer brevemente a Franz d'Epinay y Albert de Morcerf. A continuación se traslada a París y se presenta en sociedad, convirtiéndose en la sensación de todo París. El conde contrae amistad y confianza con sus enemigos, y maquina la destrucción de cada uno de ellos.

Manipula a Danglars para que le dé un "crédito ilimitado" de seis millones de francos, y manipula la bolsa para destruir la fortuna de Danglars, cobrando los seis millones sólo cuando Danglars está al borde de la bancarrota y forzándole a huir a Italia. Montecristo tiene una esclava griega, Haydée, cuya familia y hogar en Janina fueron destruidos por Fernand, que traiciona a Alí el padre de Haydée entregándolo a sus enemigos y causándole la muerte y la de su madre, cuando acababa de venderlas a un comprador de esclavos. Montecristo compra a Haydée tiempo después, cuando ella tenía 13 años, 9 años después de aquel hecho que aún recordaba la joven mujer. Montecristo manipula a Danglars para que investigue el suceso, que es publicado en un periódico. El artículo es retirado, pero luego se republica en otro periódico de la ciudad. Fernand es llevado a juicio para afrontar los cargos. Haydée testifica contra él, y Fernand queda deshonrado. Mercédès, que es la única que conoce la identidad del conde desde el primer momento que escucha su voz, confiesa la historia completa de su juventud a su hijo Albert, que casi se bate en duelo con Montecristo tras culparle de la deshonra de su padre. Albert y Mercédès abandonan a Fernand, que se suicida.

La familia de Villefort está dividida. Valentine, la hija que tuvo con su primera esposa Renée, va a heredar toda la fortuna de la familia, pero su segunda esposa, Heloise, pretende reclamar la fortuna para su hijo Edouard. Montecristo conoce las intenciones de Heloise y, de forma aparentemente inocente, le proporciona una toxina capaz de curar a una persona con una gota, y de matarla con una sobredosis. Heloise asesina a un sirviente de la casa, Barrois (sin querer), a los Saint-Mérans, suegros de Villefort, e intenta asesinar a Valentine. Mientras tanto, Montecristo atormenta a Villefort con su antigua aventura amorosa con la mujer de Danglars y con el hijo que tuvieron. Villefort pensaba que había nacido muerto, y lo enterró detrás de una casa de Auteuil que Montecristo compra posteriormente. El hijo fue rescatado de su tumba y criado por el sirviente de Montecristo, Bertuccio. En su adultez, entra en París disfrazado como conde Andrea Cavalcanti, tan sólo revelándose a Villefort cuando es arrestado por el asesinato de Caderousse cuando quiso robarle en la casa de Montecristo en Auteuil. Montecristo salva a Valentine y, mediante Noirtier, Villefort se entera de que Heloise es la asesina. Se confronta con ella, y ella entra en pánico y se mata junto a su hijo Edouard. Estos terribles sucesos, al tiempo que Montecristo revela su identidad a Villefort, le hacen perder el juicio, pasando por un momento en un estado de arrepentimiento.


Redención [editar]Sin embargo, las cosas son más complicadas de lo que Dantès (conde de Montecristo) anticipó. Sus esfuerzos para destruir a sus enemigos y proteger a los pocos que le defendieron se entremezclan horriblemente. Maximilian Morrel se enamora de Valentine de Villefort, y el niño Eduard de Villefort es envenenado por su madre, haciendo que Dantès se cuestione su papel como agente de la venganza de Dios. Viendo que su ira se iba extendiendo lentamente más allá de lo que él pretendía, Dantès cancela el resto de su plan y toma medidas para equilibrar las cosas. Aunque la venganza sobre sus enemigos no está completa del todo, deja en libertad a Danglars, no sin antes secuestrarlo en Roma gracias a su amigo Luigi Vampa, el bandido más temido de Italia, y haciéndole pasar hambre y cobrándole casi todo el resto de su fortuna por restos de comida, y finalmente le revela su verdadera identidad en la cima de su agonía. También indemniza a los que quedaron envueltos en el caos resultante, aplicándose así también sus propios criterios de justicia. En el proceso, se conforma con su propia humanidad y es capaz de encontrar cierto perdón para sus enemigos y para sí mismo. Al final escapa posiblemente hacia Grecia con Haydee de quien se enamora.


Relación con la realidad [editar]Jean-Paul Bendit, Conde de Montecristo (1751-1785) fue un noble francés que, en 1789, defendió los principios de la Revolución. Colaboró notablemente en la redacción de la Constitución de 1781, y fue detenido en 1782 acusado de traición. Al no encontrarse pruebas, fue puesto en libertad y asesinado posteriormente con ácido sulfúrico bajo el pretexto de una limpieza bucal, un método frecuente en la época, de lo que se deduce que él no intentó escapar de la muerte.


Personajes de El conde de Montecristo [editar]Hay muchos personajes en este libro, y la importancia de muchos de ellos no es inmediatamente obvia.


Edmond Dantes y Aliados [editar]Edmond Dantès — También conocido como el Conde de Montecristo, Simbad el marino, Abate Busoni y Lord Wilmore. Inicialmente Dantès es un marinero experimentado y generalmente querido que parece tener suerte en la vida, incluyendo a una bella prometida (Mercédès) y una inminente promoción a capitán de barco.
Abate Faria — Sacerdote y sabio italiano; hace amistad con Edmond mientras ambos son prisioneros en el Castillo de If, y revela el secreto de Montecristo a Edmond. Se convierte en un padre figurado para el conde de Montecristo mientras Edmond está en prisión.
Luigi Vampa — Un infame bandido que opera en Roma y los alrededores.
Haydèe — La hija de Alí Pachá,princesa de Janina, vendida como esclava y más tarde adquirida por Dantès.
Bertuccio — El mayordomo del conde de Montecristo, un sirviente muy leal.
Alí — Un esclavo mudo (le cortaron la lengua como condena) de Montecristo que compro en Oriente sobornando al sultán que lo iba a mandar al verdugo como parte de su condena. Él es incondicionalmente fiel y servicial al conde
Bautista — Un criado que el conde contrata en París, se convierte en su tercer hombre de confianza. Es un sirviente muy leal a su amo.

Familia Morcerf [editar]Fernand Mondego / Fernand de Morcerf — Más tarde conocido como conde de Morcerf. Primo de Mercedes y que también está enamorado de ella y hará lo que sea para conseguirla.
Mercédès Herrera / Mercedes de Morcerf — La prometida de Edmond Dantès al comienzo de la historia. Más tarde se casa con Fernand mientras Dantès está en prisión.
Albert de Morcerf — Hijo de Mercédès y del conde de Morcerf. Hace amistad con Montecristo en Roma.

Familia Danglars [editar]Baron Danglars — Inicialmente el contador del mismo barco que Dantès. Ansía ser rico y poderoso, y ve a Dantès como un obstáculo para sus ambiciones. Durante la estadía de este en prisión, se vuelve Barón y el banquero más rico de París.
Hermine Danglars — viuda de Nargonne y se convirtió en la señora de Danglars. Antes de casarse con el banquero, tuvo un romance con Villefort, con el que tuvo un hijo, Benedetto.
Eugenie Danglars — hija de Danglars, detesta el matrimonio y preferiría vivir como una dama libre dedicándose a ser artista. Es comprometida primero con Albert de Morcerf y luego con Andrea Cavalcanti (Benedetto), tras lo ocurrido con este el día de la boda, huye de casa con su compañera Luisa de Armilly, su maestra de piano.

Familia Villefort [editar]Gérard de Villefort — Un procurador real que mando a Edmond a la cárcel para proteger a su padre y su carrera.
Eloise de Villefort — La segunda esposa del procurador del rey, quien luego por su egoísmo personificado en Edouard, su hijo, envenena a toda la familia Villefort para heredarlo.
Noirtier — Un antiguo bonapartista vigoroso que ahora está paralítico por un ataque. Está a cargo de su hijo Villefort, su nieta Valentine y el leal sirviente de la familia, Barrois.
Valentine de Villefort — La hija de Villefort y novia de Morrel hijo.
Edouard de Villefort — hijo de Villefort con su segundo matrimonio: Heloise. Es un joven muy travieso.

Otros Personajes [editar]Gaspard Caderousse — Sastre y hostelero deshonesto del lugar donde viven Dantés y su padre.
Maximilian Morrel — Hijo del patrón de Edmond, M. Morrel; tras el escape de Edmond, Maximilian se convierte en un buen amigo para el conde de Montecristo y éste lo ayuda a realizar su deseo de casarse con la hija de Villefort.
Franz d'Epinay — uno de los amigos de Albert de Morcerf, conoce al conde en la gruta de Montecristo antes de dirigirse hacia Roma a encontrarse con su amigo. Su padre, el general realista Quesnel, falleció en un duelo contra Noirtier de Villefort.
Lucian Debray — secretario del ministro del interior y amigo de Albert. Es el amante de Hermine Danglars, a quien solo utiliza para robar dinero al banquero.
Beauchamp — es asistente de editor jefe de un importante periódico de París y otro amigo del vizconde de Morcerf.
Baron Raoul de Chateau-Renaud — otro amigo de Albert, cuya vida es salvada en África por Maximilien Morrel.
Julle Herbault — La hermana de Morrel, es ayudada por el conde bajo la identidad de Simbad el Marino, para salvar a su padre de la bancarrota.
Emmanuel Herbault — Esposo de Julle y cuñado de Morrel, es el segundo testigo del conde cuando este va a batirse a duelo con Albert
Benedetto — Hijo ilegítimo de Villefort y Hermine de Nargonne (ahora baronesa Hermine Danglars); criado por Bertuccio (sirviente de Montecristo) y su cuñada, Assunta. Asesino y ladrón. Vuelve a París como Andrea Cavalcanti.
Mayor Bartolome Cavalcanti — Hombre al que el conde integra en la sociedad parisiense para que actué como el padre de Cavalcanti (Benedetto).
Morrel — Un armador de barcos de buen corazón que trata a Dantès con amabilidad y quien intercedió por él cuando fue capturado.

La vida es sueño


La vida es sueño

Historia
La vida es sueño se estrenó en 1635. Al año siguiente fue publicada en la Primera parte de las comedias de don Pedro Calderón de la Barca.

Estructura
Coincide en esta obra la división en cuanto a estructura externa e interna, puesto que el pasaje de actos se da al mismo tiempo que el pasaje de la acción. Consta de tres actos o jornadas. La primera jornada, que tiene ocho escenas, se desempeña como contextualizador (es decir que en ella se presentan a los personajes y la ubicación espacio-temporal de la historia). En la segunda jornada, que tiene 19 escenas, aparece el conflicto, nudo o problema. Y en la tercera jornada, de catorce escenas, tiene lugar el desenlace o resolución.

Género
La obra tiene un tono dramático, pero no llega a ser tragedia. Pertenece al género teatral del barroco, concretamente, al teatro popular. A la muerte de Lope de Vega, Calderón continuó con la evolución del teatro que había dejado planteado. Así, en La Vida es Sueño, pueden verse algunas de las características de esta nueva forma de comedia instituida por Lope de Vega.

Personajes
Segismundo: personaje principal, a cuyo alrededor se desarrolla toda la obra. Viéndosele en un principio como hombre-fiera, se lo describe como alma reprimida, muy reflexivo, alterado por su larga reclusión. A lo largo de la obra, va evolucionando: al principio busca la venganza, comportándose en forma cruel y despiadada, pero luego aparecen en él ciertos rasgos de humanidad (al perdonarle la vida a Clotaldo demuestra que ha cambiado y logra vencer a su destino).
Rosaura: personaje principal femenino, que une fuerzas con Segismundo para impedir que Astolfo se convierta en rey y así evitar que se case con Estrella. Cuando llega de Moscovia a la corte, oculta su identidad, haciéndose pasar por una criada. Durante la obra descubre que es hija del ayo de Segismundo, Clotaldo. Finalmente, declarada noble, puede casarse con Astolfo.
Basilio: rey de Polonia, padre de Segismundo. Es un hombre preocupado por lo que pueda sucederle a su Pueblo. Es débil e indeciso. Sus campos son las matemáticas, las ciencias y la astrología, no demostrando realmente una sabiduría orientada hacia el gobierno. Teme a Segismundo desde que ha escuchado al oráculo le dice el hado. Al final admite sus errores.
Clotaldo: ayo de Segismundo. Es el único, aparte del rey, que puede verle. Le ha enseñado a Segismundo todo lo que sabe. Se muestra como un personaje anciano, que ha vivido anteriormente aventuras amorosas (es el padre secreto de Rosaura).
Astolfo: duque de Moscovia, con el que Basilio hace un trato para mantener el trono de Polonia. Está dispuesto a casarse con Estrella a pesar de amar a Rosaura. Al fin consigue su amor deseado.
Estrella: bella y noble infanta de la corte de Basilio dispuesta a casarse con Astolfo por mantener el trono. Al fin acaba casándose con Segismundo.
Clarín: compañero de Rosaura. Es muy ingenioso, responde al arquetipo de cómico.

Argumento
Jornada primera
Rosaura, disfrazada de hombre y acompañada de Clarín, su escudero, se dirige a la corte de Polonia para vengarse de su prometido Astolfo que la abandonó, portando una espada que fue del padre que no conoció. Llegando a Polonia, al anochecer, sufre un accidente, vislumbra una luz y llega a la torre en la que está encerrado desde su nacimiento Segismundo, con el cual entabla una larga conversación. En este punto se da el famoso soliloquio de Segismundo, que se extiende por siete décimas y cuyo tema es la libertad. Se va preguntando por qué no tiene libertad si la tienen las aves, los brutos (otros animales), los peces e incluso los arroyos.
Clotaldo descubre a Rosaura y a Clarín, y los detiene para llevarlos ante el rey, pues nadie debía saber de la existencia de Segismundo. Al reconocer la espada de Rosaura, Clotaldo se da cuenta de que ella es su hija, y se debate entre cumplir su deber y salvar a su descendiente. Sin embargo, no le dice nada a Rosaura acerca del parentesco entre ambos.
También se revela la razón por la que Segismundo está encerrado en una torre desde que nació: un oráculo predijo que sería un rey cruel, por lo que su padre, Basilio, decidió encerrarlo. Y ahora harían una prueba para ver si es un tirano, y si así fuera lo encarcelarían de nuevo y gobernarían los dos sobrinos de Basilio, Estrella y Astolfo. Tras la confesión a todo el pueblo, dejan libres a Rosaura y Clarín. Pero Clotaldo quiere saber quién es el enemigo de Rosaura, y preguntando averigua que es el sobrino del rey. Además Rosaura le indica su verdadera identidad.
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